lunes, 9 de marzo de 2015

¿EXIGIR JUSTICIA ES DELITO?


Por YOLA MAMANI  

La compañera Asunta Jallarama tuvo que venirse hasta la cuidad de La Paz en febrero de 2015,  para denunciar ante la sociedad y las autoridades que la destituyeron de su cargo como mama t’alla, es decir la máxima autoridad de la comunidad Chijipata, del municipio de Chuma DE CIUDAD  La Paz.

Asunta es una mujer humilde, que como cualquiera de nosotras antes de emigrar a la  ciudad es tímida, no expresa bien su castellano, no porque no quiere, sino porque su lengua materna es el aymara.
Ella fue destituida por exigir la ejecución de obras en Chuma y transparencia en el manejo de recursos económicos.

Casos como este hay cualquier cantidad en los pueblos y nadie dice nada, porque es difícil llegar hasta aquí para denunciarlos. Trasladarse a denunciar tiene un costo económico alto y significa tiempo y para las mujeres productoras el tiempo es oro porque viven del día a día, no son como el presidente, vicepresidente o ministros y ministras que tienen carros a su disposición y la de sus familias.

El año pasado en Sorata se dio un caso parecido, la presidenta del Consejo de Sorata tuvo que escapar con sus dos niñas a la ciudad de El Alto, porque las tres sufrían amenazas de muerte y persecución, todo por pedir un informe de las obras realizadas en su municipio. Ella tuvo suerte, porque por lo menos tenía una casa donde quedarse, pero otras  mujeres del campo no tienen casa en la ciudad y no saben a dónde salir de su comunidad.

Por eso  yo me pregunto si exigir justicia; pedir la mejora de tu barrio; de  tu comunidad, en cuanto a salud, educación, vivienda, carreteras, empleo ¿es delito? Si es así, entonces yo quiero saber si nos tenemos que quedar calladas ante cualquier abuso, o que hacemos?.

Existe la Ley Nº 341 de participación y  Control Social, eso quiere decir que todos los y las ciudadanas de a pie u organizaciones sociales, tenemos el derecho y la responsabilidad de exigir informes sobre las inversiones que se han hecho durante la gestión y velar por los intereses de las y los habitantes en las comunidades, pero aun así, parece que denunciar irregularidades tiene graves consecuencias.

Los medios de comunicación también deberían cumplir con su responsabilidad e informar lo que sucede en el área rural, así en diferentes lugares  las autoridades se sentirían controladas y ejercerían sus cargos con mayor responsabilidad y compromiso.

Seguro mucha gente se pregunta qué pasa con las radios comunitarias? y es que estas  jalan las noticias de la cuidad y le dan mayor importancia a las peleas de los políticos, que poco o nada le interesa a la gente del pueblo.

Las noticias de la ciudad no dan solución a los problemas del área rural. Está bien informarse sobre lo que ocurre en la ciudad, pero se debería dar mayor cobertura a los conflictos en las comunidades a las que no llega más que la propaganda de nuestros gobernantes.

Noticias como la de la compañera  Jallarama, parecen no ser de mucha importancia, de eso soy testigo, porque el año pasado estuve como becaria de la Universidad Mayor de San Andrés, haciendo radio en Sorata los fines de semana. En ese tiempo pude ver como en las radios comunitarias le dan la palabra solo al hombre, como si ellos no más supieran lo que ocurre en el municipio.

Por eso estoy convencida de que este tipo de denuncias no son escuchadas, o cuando se las emite en alguna radio comunitaria se la ve como chismerío de mujeres. En los minibuses se escucha que los hombres dicen “las mujeres son un dolor de cabeza, todo el tiempo se quejan”.

Por comentarios como ese muchas mujeres no se atreven a denunciar los abusos de los que son objeto, porque si lo hacen, ellas no más son cuestionadas y mal vistas.

Al final como nadie dice nada, eso termina ante los ojos de los y las comunarias como una verdad, así de triste es ser autoridad mujer aymara.

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